A ÉL TODA LA GLORIA!!!

jueves, 11 de junio de 2015

Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, pero no entendáis; Ved por cierto, pero no comprendáis.


 

APRENDA A  ESCUCHAR EXPOSITIVAMENTE  LOS MENSAJES HOMILÉTICOS
 ¿Qué significa “escuchar expositivamente”? 

Antes de responder esa pregunta, necesitamos definir la “predicación expositiva”. 

La característica más importante de una iglesia saludable es la predicación expositiva. 
“La predicación expositiva no es simplemente producir un comentario verbal sobre algún pasaje de la Escritura, sino hacer de un pasaje de la Escritura el punto central del sermón”. 

Si las iglesias han de ser saludables, entonces los pastores y los maestros deben estar comprometidos a descubrir el mensaje de la Escritura y a permitir que ese mensaje conduzca la agenda de sus congregaciones. 

Existe un rol importante para cada miembro de una iglesia local. Así como la agenda de los sermones del pastor debe ser determinada por el significado de la Escritura, de igual forma la agenda de lo que escuchan los miembros debe ser determinada por el significado de la Escritura. 

Cuando escuchamos la predicación de la Palabra, no debemos enfocarnos primeramente en los “consejos prácticos de cómo hacer esto o aquello”, aunque la Escritura nos enseña mucho sobre asuntos cotidianos. Tampoco debemos prestar atención a mensajes que exaltan nuestra autoestima o que nos incitan a actividades políticas y sociales. Por el contrario, como miembros de iglesias cristianas debemos de escuchar primeramente a la voz y el mensaje de Dios revelados en su palabra. Debemos enfocarnos en escuchar lo que Él ha escrito, en su amor omnisciente, para su gloria y nuestra bendición. 

Así que, ¿a qué me refiero exactamente con “escuchar expositivamente”? Escuchar expositivamente significa prestar atención al mensaje central de un pasaje de la Escritura y aceptar ese mensaje como la idea principal que debe ser abrazada y aplicada a nuestra vida personal y corporal como cristianos. ¿Cuáles son los Beneficios de Escuchar Expositivamente? Escuchar expositivamente nos beneficia primeramente al hacernos cultivar hambre por la palabra de Dios. 

Al acostumbrar nuestros oídos a escuchar el tipo de predicación que hace el punto principal del sermón el punto principal de algún pasaje en particular, nos acostumbramos a escuchar a Dios. Dominaremos el lenguaje de Sion y podremos conocer sus temas. Su Palabra y su voz se vuelve dulce como la miel para nosotros (Salmo 119:103–4); y al suceder eso, seremos más hábiles para identificar las muchas voces que rivalizan la voz de Dios y desean controlar nuestra vida. Escuchar expositivamente nos da un entendimiento claro de lo que Dios quiere que escuchemos. El segundo beneficio prosigue al primero. Escuchar expositivamente nos ayuda a enfocarnos en la voluntad de Dios y a seguirle. 

Nuestra agenda pasa a segundo término. La agenda del predicador pasa a segundo término. La agenda de Dios para su pueblo se vuelve central, ordena nuestras prioridades, y nos dirige en el camino que más le honra. El Señor mismo proclamó, “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen” (Juan 10:27). Prestar atención a las palabras de Jesús es esencial para seguirle. Tercero, escuchar expositivamente protege al evangelio de ser corrompido. 

La Escritura nos dice que vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas”. (2 Ti. 4:3–4). Fallar en escuchar expositivamente tiene efectos desastrosos. Falsos maestros entran a la iglesia y difuminan el evangelio. Sobre todas las cosas, la verdad es desplazada por fábulas y mitos. 

Cuando los miembros cultivan el hábito de escuchar expositivamente, se guardan a sí mismos de “tener comezón de oír” y protegen el evangelio de ser corrompido. El cuarto beneficio es que escuchar expositivamente anima a los pastores a ser fieles. Aquellos hombres que sirven fielmente en el ministerio de la Palabra son dignos de doble honor (1 Ti. 5:17). Pocas cosas son más desalentadoras o deshonrosas para estos hombres que tener una congregación desatenta a la Palabra de Dios. Los hombres fieles florecen con la recepción fértil de la Palabra expuesta. 

Los pastores son edificados cuando las personas prestan atención a la voz del Señor y dan evidencia de ser formados por ella. Como miembros de la iglesia, debemos de preocuparnos por nuestros pastores y maestros, y ayudar a prevenir cualquier fatiga y desaliento innecesario cultivando el habito de escuchar expositivamente. Quinto, escuchar expositivamente beneficia a la congregación. Repetidamente, los escritores del Nuevo Testamento exhortan a la iglesia local a tener unidad --a tener una sola mente. 

Pablo le escribe a una iglesia local, “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” (1 Co. 1:10; vea también Ro. 12:16, 2 Co. 13:11, 1 Pe. 3:8). Al estar juntos en nuestra iglesia local y al prestar atención a la voz de Dios mediante la predicación de su Palabra, somos formados en un solo cuerpo. 

Somos unidos en entendimiento y propósito. Y esa unidad testifica a favor de la verdad del evangelio de Jesucristo (Juan 17:21). Pero si escuchamos con nuestros propios intereses y nuestras propias agendas, si desarrollamos “interpretaciones privadas” e ideas idiosincrásicas, nos arriesgamos a desmoronar esa unidad, provocando disputas sobre asuntos dudosos, y debilitando nuestro testimonio corporal del evangelio. 

¿Cómo Pueden los Miembros Cultivar el Hábito de Escuchar Expositivamente? Bueno, si escuchar expositivamente es vital para la salud de los individuos de una iglesia y para la iglesia en general, ¿Cómo hacemos de esto un hábito? Hay por lo menos seis ideas prácticas que pueden incrementar el poner atención a la Palabra de Dios. 

1) MEDITE EN EL PASAJE DEL SERMÓN DURANTE SU TIEMPO DEVOCIONAL Unos días antes de que se predique el sermón, pregúntele al pastor qué pasaje de la Escritura piensa exponer el siguiente domingo. Anímele al hacerle saber que estará orando por su preparación y que usted mismo se estará preparando para escuchar el sermón. Haga un bosquejo del texto durante su tiempo devocional y úselo durante su tiempo de oración. Aprender a hacer un bosquejo de algún pasaje de la Escritura es una forma maravillosa de escarbar y exponer el significado de un pasaje. El siguiente domingo puede usar su bosquejo como una ayuda para escuchar el sermón con mayor atención. Incluso puede compararlo con el bosquejo del predicador y completar lo que usted no haya alcanzado a ver durante su estudio personal. 

2) INVIERTA EN BUENOS COMENTARIOS BÍBLICOS 
Añada a su tiempo a solas algunas de las mentes más brillantes de la historia cristiana. Estudie la Biblia junto con Juan Calvino o Martin Lloyd-Jones comprando sus comentarios bíblicos. Si su pastor está predicando a través del Evangelio de Juan, aprópiese del comentario de D.A. Carson o de James Montgomery Boice. Permita que estos eruditos y pastores le ayuden a escuchar la Palabra de Dios con una riqueza más profunda. La serie de comentarios de La Biblia Habla Hoy es una buena herramienta para aquellos que deseen construir una biblioteca de buenos comentarios. Así mismo, tal vez desee comprar un acervo de comentarios del Antiguo y Nuevo Testamento para ayudarle a saber qué opciones de comentarios existen para cada libro de la Biblia. El Acervo de Comentarios del Antiguo Testamento de Temper Longman, y el Acervo de Comentarios del Nuevo Testamento de D.A. Carson son excelentes recursos. 

3) HABLE Y ORE CON AMIGOS ACERCA DEL SERMÓN DESPUÉS DEL SERVICIO DOMINICAL 
En vez de escabullirse después de que el servicio haya terminado, o en vez de hablar sobre las últimas noticias, desarrolle el hábito de hablar acerca del sermón con la gente de su iglesia. Comience conversaciones espirituales preguntando, “¿Cómo te habló la Palabra de Dios en esta mañana?” O, “¿Qué es lo que más te sorprendió acerca del carácter de Dios?” Anime a otros al compartir las cosas que usted aprendió acerca de Dios y su Palabra durante el sermón. Tome notas particularmente de cómo ha cambiado su entendimiento debido al mensaje de la Escritura. Y ore con otros para que Dios guarde a su congregación de convertirse en gente con “comezón de oír” y para que bendiga a la congregación con un deseo creciente por la “comida sólida” de su Palabra (Is. 6:9–10; He. 5:11–14). 

4) ESCUCHE Y APLICE EL SERMÓN DURANTE LA SEMANA 
Podemos cultivar el hábito de escuchar expositivamente al escuchar el sermón durante la semana y después procurar practicarlo. No permita que el sermón dominical se convierta en un evento aislado que se disuelve de su memoria tan pronto llega a su fin (St. 1:22–25). Escoja una o dos aplicaciones particulares de la Escritura y póngalos en oración y en práctica en el transcurso de la semana. Si su iglesia tiene un registro de los audios de los sermones o alguna página de internet, tome ventaja de estos recursos para alimentar su alma. Con el permiso de su pastor, establezca grupos pequeños que estudien y apliquen el sermón. O utilize sus notas del sermón como un recurso para discipular a otros. Conozco a varias familias que tienen un tiempo para estudiar el sermón los domingos por la noche. Hay miles de maneras en las que podemos mantener vivo el sermón en nuestra vida espiritual. Sea creativo. Vale la pena planearlo. 

5) DESARROLLE EL HÁBITO DE BUSCAR RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS ACERCA DEL TEXTO 
Jonathan Edwards se comprometió a que no dejaría pasar el día antes de contestar cualquier pregunta que estuviera sobrecogiendo su mente al estudiar la Escritura. ¿Qué tan saludables serían nuestras iglesias si los miembros se dedicaran a estudiar la Escritura con la misma resolución y esfuerzo intencional? Una manera de comenzar sería preguntándole a los pastores, ancianos, o a cualquier otro maestro de la iglesia acerca del texto que le está inquietando. 

No sea pasivo en su estudio personal; busque respuestas al estudiar la Escritura y al hablar acerca del tema con sus compañeros de su grupo pequeño. Pero no olvide que el pastor probablemente ha pasado más tiempo que la mayoría estudiando ese pasaje y está ahí para alimentarle con la Palabra de Dios. Converse con él acerca del sermón, y hágale preguntas y comentarios que animen a su pastor y a su propia alma. 

 6) CULTIVE HUMILDAD 
Mientras escarba la Palabra de Dios, escuchando su voz, sin lugar a duda comenzará a crecer y a descubrir tesoros maravillosos. 

Pero al crecer, no se convierta en un “escucha expositivo profesional” que siempre oye pero nunca aprende. Tenga cuidado del conocimiento falso que envanece (1 Co. 4:6, Col. 2:18) y tiende a causar pleitos y disensiones. Aniquile cualquier tendencia hacia el orgullo, la condenación hacia otros, y hacia la crítica destructiva. 

En vez de eso, busque encontrar a Jesús cada vez que viene a la Escritura; acumule combustible de la Palabra para que le permita vivir una vida de adoración. En lugar de exaltarnos a nosotros mismos, recordemos las palabras del apóstol Pedro: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo” (1 Pe. 5:6). 

Conclusión Escuchar el mensaje de la Palabra de Dios es lo que nos lleva a la fe que nos salva de nuestro pecado (Ro. 10:17). Los miembros de la iglesia son saludables cuando se comprometen a escuchar este mensaje como una disciplina diaria. Escuchar expositivamente promueve salubridad a los miembros individuales y a la iglesia entera.

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